Guacamayas, Loros y Pericos: La belleza y el riesgo del tráfico ilegal

La rica herencia de flora y fauna mexicana enfrenta una severa amenaza que ha puesto en situación de riesgo a algunas de sus criaturas aladas más emblemáticas: los loros, pericos y guacamayas. Irónicamente, es su incomparable belleza y sus atributos distintivos lo que los ha sentenciado, alimentando un lucrativo tráfico ilegal que mueve grandes cantidades de dinero. Esta actividad ilícita conlleva una trágica realidad: se estima que siete de cada 10 pericos capturados en México mueren antes de ser entregados a un comprador final.
La magnitud del problema es alarmante. La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) estima que la captura ilícita de psitácidos (familia que incluye a loros, guacamayas, cotorros y pericos) se sitúa anualmente entre 34,000 y 41,000 ejemplares. Además, se calcula que el 70% de estos ejemplares perecen antes de llegar a su destino final.
Esta extracción de su medio natural, junto con la cacería indiscriminada y la acelerada pérdida de su hábitat, ha provocado que todas las especies de la familia Psittacidae presentes en México se encuentren en alguna categoría de riesgo dentro de la Norma Oficial Mexicana NOM-059 SEMARNAT 2010.
Herencia Prehispánica y Diversidad Biológica
El vínculo de estas aves con el territorio nacional es milenario y profundo. Las culturas mesoamericanas no solo las admiraban, sino que las consideraban seres divinos, manifestaciones del sol y mensajeras de los dioses. Este profundo lazo entre las culturas prehispánicas y estas criaturas aladas está bien documentado.
Por ejemplo, cronistas como Fray Bernardino de Sahagún se maravillaron con la facilidad que tenía el loro cabeza amarilla (llamado Tostly, que significa “cosa muy amarilla”) para imitar el lenguaje humano. Incluso, el propio Hernán Cortés describió en sus cartas al Rey Carlos I cómo el emperador Moctezuma II mantenía espacios dedicados a la fauna nativa y empleaba a decenas de hombres solo para cuidar a las aves.
México es un país de gran importancia global en cuanto a diversidad de aves, ocupando el lugar número 11 a nivel mundial con 1,124 especies. De estas, 109 son especies endémicas, lo que significa que su existencia se limita únicamente al territorio nacional. Además, más de la mitad de las aves migratorias de Norteamérica pasan entre seis y ocho meses del año en el país, resaltando su papel crucial como corredor biológico. Dentro de esta rica variedad, México alberga 23 especies pertenecientes a la familia Psittacidae, que engloba a los loros, guacamayas, cotorros y pericos.
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Joyas Aladas en Peligro Crítico
Dos de las más impresionantes de estas 23 joyas se encuentran actualmente en situación de alto riesgo: la guacamaya roja (Ara macao) y la guacamaya verde (Ara militaris).
La guacamaya roja (Ara macao) es inconfundible gracias a su vibrante plumaje rojo escarlata, amarillo y azul. Históricamente, su distribución era extensa, abarcando desde Tamaulipas hasta Chiapas. No obstante, la rápida destrucción de la selva tropical ha provocado que su hábitat se haya restringido casi exclusivamente a la Selva Lacandona dentro de México.
Por su parte, la guacamaya verde (Ara militaris) se distingue por su plumaje verde con destellos rojos en la frente. Esta ave es conocida por sus hábitos fijos, utilizando los mismos sitios para anidar y dormir durante años. A diferencia de su par escarlata, la guacamaya verde habita en climas más variados y, por ende, en un mayor número de ecosistemas.
Originalmente, su distribución era muy amplia, cubriendo 22 estados de la República Mexicana. Hoy en día, lamentablemente, la guacamaya verde se considera extirpada en entidades como Nuevo León, Veracruz, el Estado de México, en la mayor parte de Chiapas y a lo largo de la planicie del Pacífico hasta Guerrero.
Un Llamado a la Acción y la Responsabilidad Colectiva
Existe una oportunidad real para cambiar el sombrío destino de estas aves. El primer paso fundamental para protegerlas es comprender su profundo valor biológico.
La responsabilidad de su conservación es compartida y recae en acciones concretas que la ciudadanía puede emprender:
- Nunca comprar aves silvestres, pues la extracción ilegal termina cuando cesa la demanda.
- Denunciar activamente la venta ilegal, ya sea en mercados o a través de redes sociales. Es imperativo recordar que la Ley General de Vida Silvestre prohíbe la extracción y el uso comercial de guacamayas, loros y pericos nativos de México.
- Apoyar el ecoturismo responsable, una práctica que ayuda a proteger grandes áreas de selva tropical, que son el hogar natural de estas especies.
Es esencial que la sociedad entienda que la existencia de un loro, perico o guacamaya es más bella y valiosa en su medio natural; tenerlos como mascotas no constituye atractivo alguno. La responsabilidad es de todos para asegurar un futuro donde las selvas de México vuelvan a resonar con el vibrante llamado de las guacamayas.

