El Cempasúchil: La flor que ilumina el camino al Mictlán
Al concluir el verano, emerge una flor que mantiene su brillo y vitalidad, habiendo atrapado la luz del sol para transformarse en la guía que ilumina el camino hacia el Mictlán durante el otoño. Esta flor de luz, conocida como cempasúchil, no solo adorna los hogares y altares, sino que es el eje sobre el cual la tradición, el color, la música, la alegría y la comida convergen, uniendo en esencia a los vivos con sus ancestros. Es un momento crucial del año en que las familias se abrazan, iluminadas por las velas y por la belleza radiante de la flor de Senasúchil.
El Origen Místico y la Guía de las Almas
La leyenda relata que los antiguos mexicas, con una profunda conexión con el cosmos, buscaban una manera sagrada de honrar a aquellos que habían iniciado el viaje al Mictlán. Para lograr esto, tomaron la sencilla flor de Tonal Sochitl y, con la bendición de sus deidades, la transformaron en lo que se conoce como un sol terrenal. Esta creación se manifestó como una flor de veinte pétalos —el Senpōhualxōchitl (veinte flores en una)— destinada a capturar la esencia de la luz y actuar como un faro para guiar a las almas en su retorno anual al mundo de los vivos, un ritual central de la tradición del Día de Muertos.
Un Legado que Supera lo Espiritual: Medicina y Pigmento
El significado del cempasúchil trasciende ampliamente su función espiritual. Las culturas prehispánicas ya habían descubierto y aprovechado los valiosos secretos que guardaba en su estructura, pues sus pétalos y tallos constituían una verdadera farmacia viviente. Desde tiempos remotos, se preparaba en forma de té para combatir eficazmente los problemas digestivos y para mitigar las afecciones respiratorias.
Su aceite esencial poseía propiedades térmicas; aplicado sobre el pecho y la espalda, se utilizaba para calentar los pulmones y curar los resfriados comunes. Las propiedades curativas de la flor también abarcaban el cuidado dermatológico, empleándose para tratar padecimientos de la piel como verrugas, sarpullidos y llagas. Milenariamente, esta flor ha sido valorada como un potente desinflamante estomacal, un recurso para mitigar los dolores asociados al ciclo menstrual y un antiséptico natural.
Además de sus usos medicinales, esta se consolidó como un pigmento de vital importancia. Sus colores vibrantes y profundos se transferían a los telares, tiñendo vestimentas tradicionales confeccionadas de algodón y lana con los tonos intensos del sol.
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Aplicaciones Modernas y la Economía Nacional
La influencia de esta planta ha llegado hasta sectores productivos modernos, incluyendo la industria avícola. Su alto contenido de carotenoides la convierte en el alimento perfecto para garantizar que los pollos adquieran un plumaje de un amarillo intenso y, crucialmente, para que las yemas de los huevos obtengan un color dorado profundo, casi solar. Incluso dentro de la agricultura contemporánea, la esencia se mantiene relevante, ya que su aceite se puede utilizar como un eficaz bioplaguicida para proteger de manera natural diversos cultivos del campo mexicano.
A pesar de este vasto legado ancestral y cultural, una amenaza se cierne sobre la producción nacional. Una de las problemáticas más graves que ha enfrentado el Cempasúchil en años recientes es la creciente presencia de flores importadas o provenientes de otros países. Esta competencia representa un riesgo significativo para la producción nacional.
Paradójicamente, aunque México es el centro mundial de origen de la especie, desde el año 2000 el país ya no produce pigmento de cempasúchil para uso industrial, una producción que ahora se realiza fuera de México. Sin embargo, la flor de veinte pétalos se resiste a desaparecer, pues el campo mexicano sigue latiendo al ritmo de su cultivo. Su siembra y cosecha son vitales para la economía de numerosos municipios en el país. Por ejemplo, en 2022, la derrama económica generada superó los 89 millones de pesos. En 2023, la producción nacional alcanzó las 21,000 toneladas de flor y más de 509,000 manojos.
Defensa del Legado y Llamada a la Acción
Este Día de Muertos, cuando los consumidores se encuentren en los mercados rodeados por el “mar dorado” de flores, la elección que tomen tiene un poder inmenso. Existe la oportunidad de mirar más allá del simple color y buscar la autenticidad. Se insta a preguntar por el origen de las flores y a elegir el que ha crecido en suelo mexicano, aquel que fue cultivado por manos que comprenden su profundo significado cultural.
Al tomar esta decisión, no solo se construye un altar para honrar a los difuntos, sino que también se defiende un legado. Se apoya directamente la economía de miles de familias campesinas y se preserva la integridad de una tradición que define a México ante el mundo.
Es fundamental no permitir que el faro de las almas sea eclipsado y asegurar que el aroma
que guía a los ancestros sea el de nuestra propia tierra. Proteger esta planta, honrar la leyenda y mantener vivo el verdadero espíritu del Día de Muertos se convierte en un tributo no solo a la muerte, sino también a la vida, a la cultura y a todas las personas que con sus manos dan vida a la flor de la luz.
