Impulsa Brasil transición energética y protección natural

- La cumbre reunió a líderes de 153 delegaciones globales para definir la ruta hacia la COP30.
- El objetivo central es limitar el calentamiento global a 1.5 °C, conforme a lo establecido en el Acuerdo de París.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, con el apoyo del Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, efectuó un llamado a acelerar la transición energética global y a reforzar la protección de la naturaleza como la estrategia principal para contener la crisis climática y el calentamiento global.
Este pronunciamiento tuvo lugar el lunes 6 de noviembre durante la ceremonia de apertura de la Cumbre del Clima de Belém, en la ciudad de Belém, en el estado de Pará, en el corazón de la Amazonia brasileña. El encuentro se desarrolló con la participación de líderes de 153 delegaciones de todo el mundo.
El llamado fue realizado con la finalidad de establecer hojas de ruta planificadas y justas que permitan a la comunidad internacional revertir la deforestación, superar la dependencia de los combustibles fósiles y, simultáneamente, movilizar los recursos financieros necesarios para alcanzar estos objetivos.
La urgencia de la acción fue enmarcada por la evidencia científica del cambio climático, particularmente ante el registro de que el año 2024 fue el primero en que la temperatura media de la Tierra superó el umbral de 1.5 °C por encima de los niveles preindustriales, desafiando directamente la meta central del Acuerdo de París.
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El presidente Lula da Silva enfatizó la trascendencia de celebrar este evento, preparatorio para la Conferencia de las Partes (COP30) de 2025, en un entorno como la Amazonia. El mandatario destacó que, a nivel global, no existe un símbolo más contundente de la causa ambiental que la selva amazónica, la mayor selva tropical del planeta y sede de la cuenca hidrográfica más grande y del bioma más diverso de la Tierra.
Esta ubicación geográfica, señaló, confiere a la Cumbre una representatividad clave. Sin embargo, también advirtió que este patrimonio natural se encuentra bajo amenaza directa debido a los efectos de la crisis climática.
En su intervención, el líder brasileño recordó que la conciencia sobre los impactos del cambio climático existe desde hace más de tres décadas, remontándose a la publicación del primer informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC).
A pesar de este conocimiento extendido, indicó que han sido necesarias 28 conferencias para lograr que, por primera vez, se reconociera en Dubái la necesidad de abandonar progresivamente los combustibles fósiles y se planteara detener y revertir la deforestación. Un año adicional de negociaciones, en Bakú, fue necesario para que se admitiera la perspectiva de ampliar el financiamiento climático hasta 1.3 billones de dólares.
El jefe de Estado definió el tono de la Conferencia Climática de Belém, catalogándola como la “COP de la verdad”. Esta definición se establece como el momento en el que la comunidad internacional debe abordar seriamente las advertencias emanadas de la ciencia y tomar decisiones firmes para transformar la realidad. La crisis climática, por su naturaleza global e interdependiente, requiere un enfoque que solo la cooperación internacional y el fortalecimiento del multilateralismo pueden garantizar, según el planteamiento del presidente.
El enfoque del presidente Lula también consideró la necesidad de reducir la distancia entre el lenguaje técnico utilizado en las negociaciones internacionales y la experiencia directa y cotidiana de la ciudadanía. Argumentó que, si bien las personas pueden no comprender los tecnicismos como las toneladas métricas de carbono o los sumideros de carbono, sí perciben de manera directa la contaminación y son capaces de reconocer el valor intrínseco de la conservación de los bosques y los océanos. En este sentido, recalcó que la crisis climática debe ocupar una posición central en las decisiones de todos los gobiernos, empresas y ciudadanos.
El espíritu de “mutirão colectivo” (esfuerzo colectivo) que orienta la Cumbre de Belém busca fomentar la participación directa de la sociedad civil, los pueblos indígenas, las comunidades tradicionales y los gobiernos locales. Esta aproximación subraya que la solución a la crisis no reside únicamente en las negociaciones de alto nivel, sino en un amplio compromiso social.
El Secretario General de la ONU, António Guterres, reforzó este mensaje al destacar que la protección de los bosques y la transición energética constituyen pilares esenciales para la contención del calentamiento global y el robustecimiento del régimen multilateral. El secretario general hizo un llamado para que la COP de Belém inicie una “década de aceleración y de resultados”.
Guterres precisó que, como primer paso, las naciones deben alcanzar un consenso sobre un plan de respuesta que sea tanto ambicioso como creíble, cuyo fin sea limitar efectivamente el aumento de la temperatura a 1.5 °C. Las responsabilidades de esta acción deben ser compartidas, y las diferencias entre las naciones deben ser respetadas, pero sin que esto se convierta en una justificación para la inacción.
Las acciones concretas exigidas por el secretario general incluyen un trabajo intensivo en áreas clave como las energías renovables, la electrificación y la eficiencia energética. También se señaló la necesidad de construir redes modernas de distribución y sistemas de almacenamiento de energía a gran escala. Un objetivo específico demandado fue detener y revertir la deforestación para el año 2030.
El máximo representante de la ONU fue contundente al manifestar que la etapa actual de la crisis climática exige un cambio de enfoque. Afirmó que ya no es el momento de continuar con las negociaciones, sino de pasar a la implementación. La reiteración de la palabra “implementación” en su discurso enfatizó la urgencia de traducir los acuerdos previos en acciones tangibles y resultados medibles sobre el terreno.
El presidente Lula explicó que esta Cumbre, que precede a la COP30, es una iniciativa de Brasil diseñada para congregar fuerzas políticas y fomentar acciones concretas que permitan desacelerar la crisis climática.
El objetivo del encuentro no se centra únicamente en las convergencias ya conocidas, sino en enfrentar las divergencias existentes entre los líderes. Las discusiones sostenidas en Belém tienen la intención de servir como una “brújula” para guiar el camino de las delegaciones en las siguientes dos semanas de negociaciones, buscando un mandato sólido que impulse la acción climática global.

