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Advierten especialistas sobre el riesgo de una transición climática desigual 

Advierten especialistas sobre el riesgo de una transición climática desigual 
Advierten especialistas sobre el riesgo de una transición climática desigual 
  • Para 2050, cerca de 2.5 mil millones de personas enfrentarán niveles críticos de exposición a calor extremo, afectando desproporcionadamente a países en desarrollo.
  • Unos 325 millones de trabajadores, incluyendo 108 millones de mujeres, están empleados en industrias expuestas a los riesgos de la descarbonización global.
  • Los desastres meteorológicos, como inundaciones y sequías, ya representan casi el 89% de los desplazamientos relacionados con el clima a nivel mundial.

Los especialistas en políticas ambientales y desarrollo, Gustavo Merino, Director de Políticas Sociales en (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y el Doctor Rodolfo Lacy, Especialista en Cambio Climático, Experto en Calidad del Aire, Experto Internacional en Política y Planificación Ambiental, advierten en un reciente ensayo sobre una transición climática desigual, si no se gestiona con un enfoque de equidad.

En su trabajo, titulado “The Moral Imperative of Climate Action: Ensuring a Just Transition for a Warming World”, basado en el informe de 2025 de la UNESCO y la Fundación “la Caixa”, los expertos detallan cómo los impactos del cambio climático y las políticas para mitigarlo recaen de manera desproporcionada sobre las comunidades más vulnerables del planeta, por lo que urgen a adoptar un enfoque ético y centrado en la justicia social.

El documento subraya que el cambio climático ha dejado de ser una amenaza lejana para convertirse en una crisis acelerada con consecuencias desiguales. Según las proyecciones analizadas, para el año 2050, casi 2.5 mil millones de personas se verán expuestas a niveles críticos de calor extremo. 

Olas de calor prolongadas, con duraciones de más de 12 semanas y promedios diarios superiores a los 35∘C, se convertirán en una nueva normalidad en vastas regiones del mundo. Estas condiciones, señalan, afectarán la productividad agrícola, aumentarán el estrés hídrico y amplificarán los riesgos para la salud, especialmente entre la población de edad avanzada y los niños. 

El análisis estima que más de 239 millones de personas se verán afectadas de manera desproporcionada por fenómenos climáticos extremos y frecuentes para mediados de siglo, particularmente en zonas ya afectadas por la pobreza y la escasez de recursos. Más allá del calor, los desastres meteorológicos como inundaciones, tormentas y sequías son responsables de casi el 89% de los desplazamientos climáticos a nivel global. 

Actualmente, 80 millones de personas desplazadas por la fuerza ya residen en áreas de alto riesgo, sin que los “desplazados climáticos” cuenten con un reconocimiento formal como “refugiados” bajo el derecho internacional, lo que los deja sin protecciones críticas.

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El ensayo también aborda la carga desigual de la transición energética. El cambio global hacia economías con cero emisiones netas, aunque es fundamental, podría agravar las desigualdades si no se gestiona de forma adecuada. 

Las “desigualdades de carbono”, que reflejan la distribución asimétrica de las emisiones de gases de efecto invernadero entre naciones y grupos socioeconómicos, son un espejo de las disparidades en la capacidad de adaptación. Las comunidades y los trabajadores vinculados a sectores de uso intensivo de carbono son identificados como particularmente vulnerables a este proceso de cambio.

De acuerdo con el Índice de Vulnerabilidad de los Trabajadores al Impacto de la Transición Climática, se calcula que 325 millones de trabajadores, de los cuales 108 millones son mujeres y 106 millones son personas mayores de 45 años, están empleados en las industrias más expuestas a los riesgos de la descarbonización. 

El continente africano enfrenta los niveles más altos de posible desplazamiento de trabajadores, seguido de cerca por las Américas. La ausencia de sistemas de protección social, programas de reconversión profesional y estrategias de creación de empleo equitativas podría dejar atrás a estas poblaciones, generando resistencia a las políticas climáticas.

La situación se ve agravada por choques geopolíticos y económicos, como la pandemia de COVID-19 y conflictos militares, que han frenado la acción climática global y fomentado una renovada dependencia de los combustibles fósiles. 

El continuo aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero pone en peligro el objetivo del Acuerdo de París de limitar el calentamiento a 1.5∘C y socava el avance hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Este contexto refuerza la urgencia de adoptar un enfoque “Primero los Vulnerables” en las políticas y la financiación climática. 

Ciencia, fundamental para la Transición Climática

Merino y Lacy destacan la importancia de integrar el marco ético de la UNESCO en la gobernanza climática, incorporando el conocimiento científico junto con la diversidad cultural y la sabiduría de los pueblos indígenas. Este enfoque es presentado no solo como una obligación moral, sino como una necesidad estratégica. 

Los pueblos indígenas, que suman más de 505 millones de personas en todo el mundo, enfrentarán condiciones climáticas adversas con una alta vulnerabilidad para 2050, a pesar de que sus conocimientos ecológicos son críticos para preservar la biodiversidad. 

La desigualdad de género es otra de las fallas urgentes que el documento expone. Se proyecta que entre 2040 y 2060, aproximadamente 1.4 mil millones de mujeres en grupos de edad vulnerables serán impactadas directamente por eventos climáticos, siendo Asia la región más afectada. 

Las mujeres y las niñas son particularmente susceptibles a la violencia de género en contextos de conflicto y desplazamiento inducidos por el clima. Para mitigar estos riesgos, es necesario integrar consideraciones de género en todos los niveles de la acción climática. 

Para lograr un futuro de cero emisiones netas que sea equitativo, los autores proponen potenciar a los países en desarrollo para que aprovechen su ventaja demográfica y adopten tecnologías limpias. Esto requiere cerrar la brecha en el acceso a soluciones de bajas emisiones de carbono mediante la transferencia de tecnología a gran escala, acuerdos de cooperación y alianzas público-privadas. Se insiste en que las inversiones en protección social, recursos financieros e innovación tecnológica deben dirigirse estratégicamente a las regiones más vulnerables.

Finalmente, el ensayo concluye que el mundo no puede permitirse una transición climática que deje atrás a las comunidades. El logro de los ODS y las metas del Acuerdo de París exige políticas coherentes e inclusivas. Medidas compensatorias, como iniciativas de reconversión laboral, redes de seguridad social y apoyo financiero específico, deben integrarse en los planes gubernamentales para proteger a las poblaciones vulnerables de nuevas cargas económicas y sociales, asegurando una transición que sea tanto sostenible ambientalmente como transformadora socialmente. 

https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000394250

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