¿Son suficientes los 300 mil millones de dólares que se acordaron en la COP29?
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP29) culminó con la adopción de un acuerdo que compromete a los países desarrollados a aportar 300 mil millones de dólares anuales para enfrentar la crisis climática en naciones en desarrollo.
Aunque celebrado como un paso importante, el pacto ha sido criticado por muchos países vulnerables, quienes consideran que los recursos son insuficientes frente a los desafíos globales actuales.
En ese mismo sentido, organizaciones como Greenpeace expresaron su descontento con los resultados obtenidos durante la COP29.
“El objetivo de financiación acordado es lamentablemente insuficiente y queda eclipsado por el nivel de desesperación y la escala de acción necesarios. Lo mejor y lo peor del multilateralismo vio cómo bloqueadores aislados y conversaciones difíciles obstaculizaban el cambio antes de que se llegara a un acuerdo a las últimas de cambio”, señaló Jasper Inventor, Jefe de la Delegación de Greenpeace en la COP29.
“Nuestros verdaderos oponentes son los mercaderes de combustibles fósiles y de la desesperación, los temerarios destructores de la naturaleza que se esconden cómodamente detrás de la baja ambición climática de cada gobierno. Hay que desautorizar a sus grupos de presión y los líderes deben armarse de valor para ponerse del lado correcto de la historia.
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“Amarga decepción. 300.000 millones de dólares para 2035 es demasiado poco y demasiado tarde. Los países desarrollados han venido con los bolsillos vacíos y han presionado vergonzosamente a los países en desarrollo para que acepten. Pero este objetivo financiero no viene acompañado de ninguna garantía de que no se alcanzará mediante préstamos o financiación privada en lugar de la financiación pública basada en subvenciones que los países en desarrollo necesitan desesperadamente”, comentó Tracy Carty, experta en política climática de Greenpeace Internacional,
El monto acordado representa menos de un tercio de los fondos demandados por las naciones receptoras, que habían solicitado un billón de dólares anuales para mitigar los impactos del cambio climático y avanzar en la transición energética. Representantes de los países más afectados calificaron el acuerdo como limitado, enfatizando la urgencia de obtener recursos más ambiciosos.
El tema financiero fue el eje central de las discusiones en Bakú, en un año marcado por desastres climáticos sin precedentes. António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, reconoció que aunque el acuerdo establece una base, no cumple con la escala necesaria.
“Este año ha sido brutal; las emisiones siguen aumentando y el planeta enfrenta récords de temperaturas y devastación climática”, afirmó.
Los países en desarrollo, muchos de ellos agobiados por deudas y condiciones extremas, señalaron que los 300 mil millones de dólares anuales no son suficientes para cubrir necesidades urgentes como infraestructura resiliente o proyectos de energía limpia. Sin estos recursos, argumentan, será difícil enfrentar las consecuencias del cambio climático y cumplir con las metas globales del Acuerdo de París.
Mercados de carbono: un paso adelante en la regulación
La COP29 también destacó por alcanzar un consenso en la regulación de los mercados de carbono, un mecanismo clave para movilizar recursos y reducir emisiones globales. Este sistema permite a los países comercializar créditos de carbono, incentivando proyectos sostenibles y financiando la transición energética.
Mukhtar Babayev, presidente de la COP29, destacó la importancia de este acuerdo en un contexto geopolítico complejo. “El multilateralismo puede prevalecer incluso en los temas más difíciles, como lo demuestra este consenso”, afirmó. Sin embargo, expertos subrayaron la necesidad de una supervisión estricta para evitar abusos y garantizar que las reducciones sean verificables y efectivas.
Mirando hacia la COP30: desafíos pendientes
A pesar de los avances logrados, la COP29 dejó importantes interrogantes de cara a la COP30. António Guterres instó a los países a presentar planes más ambiciosos que abarquen todas las emisiones y sectores de la economía. “El trabajo no termina aquí. Necesitamos acelerar la eliminación de los combustibles fósiles y garantizar transiciones justas”, enfatizó.
El desafío principal radica en traducir los compromisos asumidos en acciones concretas, especialmente en el ámbito de la financiación climática. Para los países más vulnerables, el éxito dependerá de la capacidad de movilizar recursos y priorizar soluciones integrales que reduzcan la desigualdad climática.
Por su parte, el Asesor de Política Global de Greenpeace Asia Oriental, Zhe Yao, dijo que la la decisión de China es importante.
“La COP29 ha mostrado una clara necesidad de liderazgo climático, pero la pregunta del billón de dólares es hasta qué punto China está decidida a convertir sus puntos fuertes en tecnología limpia en liderazgo”.
“De aquí a Belem, China tiene la posibilidad de revitalizar el proceso multilateral presentando una NDC sólida y esbozando sus planes para abandonar los combustibles fósiles. Esta NDC puede proporcionar una luz de guía y retomar la lucha climática”, apuntó.
Perspectivas críticas: un futuro incierto
El estratega político panafricano de Greenpeace África, Fred Njehu, señaló: “Qué generoso es el Norte Global al reconocer nuestra necesidad de 1.3 billones de dólares mientras ofrece un gotero para llenar un océano. Es como reconocer que alguien necesita un depósito lleno de agua para sobrevivir, y luego darle un cuentagotas y decirle: ‘¡Buena suerte!
“Este acuerdo financiero no sólo traiciona la justicia climática, sino que se burla del principio de quien contamina paga. Las mismas naciones que construyeron su riqueza sobre los combustibles fósiles nos ofrecen ahora migajasmientras esperan que carguemos con el billón de dólares de sus emisiones históricas”.
“Esto no es financiación climática, es colonialismo climático. Pero el espíritu de África permanece inquebrantable. Llevaremos nuestras demandas de justicia climática a Belem, insistiendo en que los contaminadores paguen por fin la parte que les corresponde por la destrucción que han causado.”
Aunque los 300 mil millones de dólares anuales representan un avance, analistas advierten que este monto es insuficiente para alcanzar la meta de limitar el calentamiento global a 1.5 °C. Sin una implementación efectiva, el acuerdo de Bakú podría convertirse en un obstáculo para futuros avances en la acción climática global.
El reto de asegurar la sostenibilidad y cumplir con los compromisos será central en las discusiones futuras. Mientras las naciones desarrolladas asumen una mayor responsabilidad financiera, los países emergentes también enfrentan presión para acelerar sus transiciones energéticas y fortalecer su resiliencia.
La COP29 dejó avances significativos en financiación climática y regulación de mercados de carbono, pero también expuso los vacíos y retos en la gobernanza climática global. Con la COP30 en el horizonte, el foco estará en transformar promesas en acciones concretas, asegurando que los compromisos asumidos no se queden en el papel.
En un mundo que enfrenta límites cada vez más estrechos para actuar, el acuerdo de Bakú es tanto una oportunidad como un recordatorio de la urgencia por resolver las desigualdades y acelerar la acción climática global.
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